El verdadero éxito en la vida empieza con un “sí”

Solemos pensar que estudiar la carrera que siempre soñamos, trabajar de lo que siempre quisimos y vivir donde siempre deseamos es suficiente para ser feliz ¡No nos equivoquemos! Son tres factores clave para sentirnos a gusto con la vida, es cierto, pero no pueden convertirse en lo único a lo que aspirar.

En el día a día nos vemos envueltos en un sinfín de actividades; algunas nos apasionan y otras no tanto. Pero si hemos tenido la suerte de estudiar y trabajar de lo que nos gusta, entonces ese entusiasmo se multiplica por cien. Disfrutamos del trabajo y nos involucramos en él lo que haga falta, 24/7 si es necesario. Eso es bueno, especialmente por los tiempos que corren.  

Shonda Rhimes, escritora y productora de éxitos televisivos como Anatomia de Grey, Scandal o Cómo defender a un asesino, tiene un nombre para dicho entusiasmo: “zumbido”. Se trata “del susurro de Dios en mi oreja”, dice Rhimes, aludiendo a todo un cúmulo de sensaciones: bienestar, poder, energía, … En definitiva, éxito. Y cuanto más trabaja, más se exige, más le exigen, más requiere de ese zumbido para sentirse llena, completa, auténtica y viva.

Sin embargo, ¿estamos seguros que ese éxito es verdadero? Déjame decirlo de otro modo: ¿vivir por y para el trabajo es tu único momento placentero del día?  

Puede que no sea tu caso, o quizás sí. De todos modos, sucede y en una sociedad abocada a la producción y al consumo, esto es algo de lo que no es fácil desprenderse.

Muchos se preguntarán, entonces, cuál es la clave para sentirse satisfechos, para verdaderamente disfrutar y dejarse llevar, sin la responsabilidad de estar pendiente 24 horas al día, los siete días a la semana. La respuesta se halla en algo muy simple: el amor. Para conseguirlo solo es necesario un “sí”.

Cuenta Rhimes en una TED Talk celebrada en febrero de 2016 que la clave del éxito es decir un sí a todo, incluso a aquello que tememos, e incluso si para ello debemos decir un ‘no’ al trabajo.

Un sí sincero a jugar con nuestros hijos, a darnos más tiempo para nosotros; un sí a prestar atención a las pequeñas cosas que nos brinda la vida; un sí a quitarnos el “abrigo” del miedo y empezar a asumir riesgos, beneficiosos para nuestra autoestima y para nuestro entorno; un sí al placer de evadir cuerpo y mente por algo insignificante, pero lleno de vitalidad, como leer un cuento, reír, llorar, experimentar y compartir. Porque el trabajo, a veces no lo es todo, más bien, es algo secundario del éxito en la vida.

¿Suena a quimera? Verdaderamente no estamos ante algo fácil de conseguir.

Una información del diario 20 Minutos revelaba que en 2013 casi el 5% de españoles se declaraban “adictos al trabajo”, también llamado workaholic. Pronosticaba que para 2016, el número aumentaría a 11.8% de personas que no son capaces de controlar el exceso de labores.

La causa, según se explica, es el aumento de la competencia laboral, lo que origina que seamos más autoexigentes y permanezcamos, por consecuencia, más horas “en la oficina”. A Rhimes le apetecía estar más fuera, que dentro de casa. El trabajo le motivaba, porque así crecía su zumbido. Él pertenecía a ella y ella formaba parte de él.

Esta dicotomía, sin embargo, es perjudicial a largo plazo porque nos hace depender de algo tan volátil como es el factor trabajo. Es más, cuando este desaparece, nos invade una sensación de vacío, un tormento interior que nos priva de cualquier placer que no sea ocuparnos de las labores <<fuera de casa>>.

Cuando dicha sensación ocurre es el momento de aplicar el “sí” a todas las otras cosas que antes pasábamos por alto. De este modo empieza el camino del éxito.

Aun así, no hay que esperar a que nos sintamos despojados de trabajar para comenzar la rutina del sí. Todo lo contrario. Ahora mismo podría ser un buen momento para entretenernos, por ejemplo, proponiendo una cena con los amigos, aceptando una invitación para ir al cine o relajarnos leyendo este mismo artículo.

De lo que se trata es de tener un balance en la vida. Que el trabajo no falte, pero que tampoco se convierta en una obsesión. Y para ello existe el sí a aceptar retos, a disfrutar, a descansar, a escuchar, a, finalmente, sentir el zumbido cuando no trabajemos. Esto significará que estamos ante un momento especial ¡Y hay que aprovecharlo!