Educamos a las niñas para ser perfectas y a los niños para ser valientes
Fuente: Teach girls bravery not perfection. www.cuteandkids.com
¿Cuántas veces hemos querido levantar la mano, pero algo nos ha frenado? ¿Cuántas veces creíamos que teníamos una buena idea, pero nos ha dado miedo presentarla? ¿Recuerdas la última vez que asumiste un riesgo en tu vida? Seguramente habrá quien sí recuerde o haya hecho estas cosas, como también habrá muchas otras personas que se sientan identificadas con estas preguntas. Y la gran mayoría de ellas son mujeres.
El marco normativo de las Naciones Unidas, la Unión Europea y de la Constitución Española abogan por que la educación sea uno de los medios más útiles para lograr la igualdad entre los géneros. Para que hombres y mujeres, niños y niñas, tengan las mismas oportunidades de trato y para que los estereotipos que algún día eran constantes, ahora sean una ilusión. El resultado de años de lucha por el cambio ha dado ya algunos frutos. Por ejemplo, en la actualidad, seis de cada diez titulados universitarios son mujeres. Todo un logro que resulta una efeméride por las evidentes desigualdades en el mercado laboral.
La pregunta entonces es: ¿Por qué existen esas desigualdades si las mujeres obtienen los mejores resultados académicos? Una aproximación – aunque existen muchas y muy diferentes variables para abordar este ámbito – es que la educación viene dada por la sociedad. La respuesta quizás se encuentra en que nosotros mismos, o aquellos que rigen las instituciones, establecemos unas normas culturales de cómo hay que enseñar a niños y a niñas. Y esta diferencia en el trato es una diferencia que marca de por vida.
Tal y como presenta la abogada, activista americana y fundadora del proyecto Girls Who Code Reshma Suajani en una TED Talk de Vancouver, en la sociedad impera una cultura del éxito o del fracaso. No importa la persona, sólo importa el resultado que obtenga en las diferentes fases de su vida. Pero existe una diferencia fundamental en cómo unos y otros llegan a cada nivel. En el caso de los hombres, desde niños se les enseña a aceptar riesgos, a tomarse las dificultades como desafíos, a tirarse de cabeza sin saber cuál es la profundidad de esa piscina tan fascinante como lo es la vida. Por el contrario, las niñas tienen muy claro que, si quieren conseguir algo, cualquier cosa, deben ser perfectas en esa materia, deben ser las mejores, excelentes, a jugar seguro, sonreír y a no tomar riesgos innecesarios.
En otras palabras, educamos a las niñas para ser perfectas, y a los niños para ser valientes. Y es este déficit de valentía en las jóvenes que está pasando factura.
Fuente: La perfección imperfecta www.psipre.com
La educación o las habilidades que muestren en la escuela o universidad han dejado de ser el factor más destacado de la lucha contra la discriminación, porque actualmente los mejores resultados académicos, el porcentaje de graduados o la mayor formación, siempre los obtienen mujeres. El punto de mira está en la cultura imperante: enseñar a las niñas que deben ser perfectas en todo lo que hagan, y si no lo consiguen, que den media vuelta. Esto no sólo está afectando a las propias mujeres, sino que toda una economía, todo un sistema de país, pierde potencial porque no se incluye a las mujeres en su desarrollo.
Suajani menciona un ejemplo muy ilustrativo de qué está pasando exactamente. “Los hombres solicitan un empleo si cuentan con sólo un 60% de las cualificaciones, pero las mujeres lo solicitan solo si reúnen el 100% de las cualificaciones (…). De los 600.000 puestos de empleo en computación y tecnología (materias donde las mujeres presentan mayores habilidades), a las mujeres se las deja atrás, y eso significa que se está dejando atrás a nuestra economía y todas las innovaciones y problemas que las mujeres resolverían si fueran socializadas para ser valientes en vez de socializadas para ser perfectas.”
Este hecho evidencia que, en buena medida, las mujeres carecen de la confianza necesaria porque se les ha socializado para aspirar a la perfección, para no tomar riesgos si no van a ser las mejores en ese campo. Esto también explicaría por qué las mujeres se lanzan a carreras en las que saben que van a ser perfectas – según Saujani –; por qué hay menos mujeres intentando acceder a altos puestos, o por qué se habla de ‘cuotas de género’ en lugar de establecer la paridad absoluta.
El problema de la socialización no se solucionará mientras no se rompa con el status quo. “Tenemos que comenzar a deshacer la socialización de la perfección, pero tenemos que combinarla con la creación de una hermandad que les diga a las niñas que no están solas”, dice Saujani al mismo tiempo que reivindica que socializar a las niñas a estar a gusto con la imperfección, a amarlas por ser valientes y no por ser perfectas, tiene que empezar ya. “Sólo así garantizaremos que construimos un movimiento de jóvenes que son valientes y que construirán un mundo mejor para sí mismos y para cada uno de nosotros”.
Aquello realmente importante en la vida es la valentía de asumir nuevos desafíos, aprender de los errores, sin dar importancia a que estos retos los asuma un hombre o una mujer.
Desde TEDxBarcelona compatimos ideas y causas que valen la pena difundir y respaldamos la igualdad de género. Bajo esta premisa, el pasado mes celebramos el evento anual TEDxBarcelona Women. No te pierdas el resumen del evento It’s About Time!
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