El comercio de armas: una verdadera amenaza y un problema de todos

La guerra está presente en todas las regiones del mundo. En algunos paises es más fácil tener acceso a un rifle automático que a agua potable, o podemos comprar un fusil AK-47 por la irrisoria cantidad de 10 dólares.

La canadiense Samantha Nutt, médico en zonas de guerra y activista y directora de la ONG War Child, ha vivido en primera persona las consecuencias directas de esta disponibilidad armamentística en los países en conflicto. En la siguiente TED Talk, Samantha narra su interesante punto de vista respecto a este fenómeno.

Aunque éstas parezcan historias lejanas, la verdad es que en el primer mundo los conflictos bélicos también se encuentran en las agendas políticas de nuestros mandatarios. De hecho, muchos gobiernos destinan mayor presupuesto a la partida de defensa militar que a las de desarrollo social, infraestructuras de telecomunicaciones y sanidad combinadas.

Contexto internacional

En 2015, el Reino Unido vendió armas por valor de 3.000 millones de euros a países pertenecientes a las lista en la que su propio ministerio de asuntos exteriores (Foreign Office), recoge los 30 paises con más graves violaciones de los Derechos Humanos. Estas armas, pues, van destinadas a países que el propio gobierno entiende como países con los regímenes más brutales y opresivos del mundo (The Guardian). Y a nivel mundial, la cifra se multiplica. Se estima que el comercio internacional de armas mueve alrededor de 70.000 millones de dólares al año (Global Issues).

¿De dónde proceden estas armas con las que se comercia?

Las cifras expuestas incluyen todo comercio relacionado con la industria armamentística. Sin embargo, el mayor problema en la vida cotidiana de los habitantes de países en guerra son las armas pequeñas, fácilmente alcanzables y capaces de causar verdadero daño, llevándose la vida de muchas personas inocentes. Centrándonos en estas armas, en el siguiente mapa se pueden apreciar en rojo aquellos países que se consideran zonas de guerra o afectados por ella, y en verde los países que les suministran las armas utilizadas en dichos conflictos.

En general, los países en guerra se concentran en el hemisferio sur y los países suministradores de armas, en el norte. Esto indica que, mientras las personas que mueren se concentran en países pobres, las personas que se benefician y enriquecen con los conflictos bélicos viven en países del primer mundo.

Fuente: TED Talk de Samantha Nutt

Volviendo al panorama general del comercio armamentístico en su conjunto, descubrimos que prácticamente el 80% de las armas vendidas y compradas en el mundo proceden de los países pertenecientes al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, además de Alemania (añadidos al mapa en color verde oscuro). Esto es, cuanto menos, inquietante.

Fuente: TED Talk de Samantha Nutt

El problema

Es fácil ver, entonces, dónde reside el conflicto. Como tan acertadamente expone Samantha en su charla, “la gran mayoría de civiles […] que están muriendo en zonas de guerra alrededor del mundo, mueren a manos de grupos armados que se apoyan en un suministro infinito de armas baratas, fáciles y eficientes para violar, amenazar, intimidar y brutalizar a estos civiles a cada momento”.

Y, otra vez, este problema no se circunscribe a aquellos países en conflicto. Como Dan Gross expone en su TED Talk, en los países del primer mundo es también relativamente fácil obtener un arma y, de hecho, en algunos de ellos, las familias opinan que poseer una es la mejor manera de mantenerse a salvo – como ejemplo tenemos a Estados Unidos, dónde el porcentaje de partidarios de esta idea asciende al 63%- . Esta gran disponibilidad de armas provoca también un tremendo impacto en la sociedad estadounidense, por mencionar un ejemplo. En EEUU cada día 9 niños son disparados accidentalmente, y 900 niños y adolescentes se suicidan anualmente y en casi todos los casos con armas de alguno de sus progenitores. Incluso suceden tiroteos masivos en cines, escuelas, lugares públicos… dos tercios de los cuales se ejecutan con armas a las que los jóvenes tenían acceso en casa. Un ejemplo lo encontramos en la tragedia sucedida en Sandy Hook, en Newton, Connecticut.

Pero el comercio de armas no deja de ser un negocio que, si bien se lucra a expensas de la vida de los seres humanos, mueve millones y millones de dólares en todo el mundo. Samantha Nutt indica en su discurso que este desmesurado comercio armamentístico suele justificarse por la necesidad de suministrar con medios suficientes a los grupos que combaten organizaciones terroristas e intentan mantener la paz y la seguridad en las naciones en guerra. Sin embargo, mientras que el comercio de armas pequeñas se ha triplicado en los últimos quince años, las muertes de personas en conflictos armados se han cuadruplicado en el mismo período de tiempo. Esto no es una coincidencia, dado que la inmensa mayoría de armas que el primer mundo suministra a dichas agrupaciones, termina en manos del Estado Islámico, Boko Haram, Al-Qaeda y otros grupos armados.

La solución

De acuerdo con Samantha Nutt, se trata de un asunto que puede resumirse en un problema de oferta y demanda y, en consecuencia, puede atacarse desde ambos bandos.

Por un lado, por lo que respecta a la oferta, se puede presionar a los Gobiernos para que no solo firmen si no que también ratifiquen y cumplan con mecanismos de transparencia como el Tratado de Comercio de Armas, un documento orientado a armonizar los estándares aplicables al comercio internacional de armas y reducir su tráfico ilícito, para disminuir el sufrimiento humano causado por transferencias ilegales e irresponsables de armas (armscontrol.org). Aunque se trata de una medida de transparencia y no de control o limitación del comercio, se espera que tenga un significativo impacto en el mismo, al menos por la repercusión publica que pueda tener la información facilitada a la población.

Por otro lado, por lo que respecta a la demanda, Samantha aboga por la inversión en educación, el fortalecimiento del imperio del derecho y el desarrollo de la economía, ya sea invirtiendo tiempo o dinero de forma responsable.

Según Samantha Nutt, como vemos, tenemos opciones. “Tenemos la posibilidad de elegir. Y es que la guerra es de todos, como seres humanos. Nosotros la compramos, la vendemos, nosotros entramos en guerra. Y, en consecuencia, no estamos indefensos para solucionarla. Al contrario, somos los únicos que podemos hacerlo”.

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