Fuente: flickr.com
“To handle yourself, use your head; to handle others, use your heart”
Eleanore Roosvelt
Solemos pensar que las personas extrovertidas son las que mejor saben manejar un grupo. En la oficina al carismático se le otorga el rol de líder y en la escuela el espontáneo y atrevido obtiene el cargo de delegado de la clase. Esto ha sucedido siempre aunque no exista correlación directa entre ser un buen orador y tener las mejores ideas. En las antípodas de esta situacion encontramos aquellos que muestran una actitud introvertida y a los que en numerosas ocasiones son excluidos de los puestos de decisión. ¿Es negativa pues la introversión a la hora de desempeñar un trabajo?
La sociedad actual confunde a menudo ser introvertido con ser tímido. Son dos cosas diferentes, pues la timidez se basa en el miedo al juicio social, y la introversión está más relacionada a la estimulación. Así pues, la extraversión ansia estimulación mientras que los introvertidos se muestran más capaces y activos en ambientes más tranquilos. El problema se genera cuando la escuela o los puestos de trabajo son diseñados para gente extrovertida.
Tal y como apuntábamos en el primer párrafo, la escuela o la oficina son los lugares perfectos que sirven de ejemplo al rumbo que ha tomado la sociedad contemporánea. Por ejemplo, en el colegio se fomentan los aspectos que tienen que ver con la creatividad grupal, que los niños actúen como miembros de un comité en lugar de separados y de manera autónoma. Hay que admitir que está bien que se les enseñe a trabajar juntos, y esto es genial para los extrovertidos, pero ¿y qué hay de enseñarles a trabajar por su cuenta? Los niños que prefieren trabajar solos se les tacha de atípicos, o incluso se plantea la posibilidad de tener algún “problema”.
En contextos de personas adultas como el ámbito laboral, el liderazgo normalmente está reservado para los más extrovertidos. Sin embargo, según la escritora y abogada Susan Cain – autora del libro El poder de los introvertidos- los liderazgos llevados a cabo por personas introvertidas tienden a ser más beneficiosos para las empresas, ya que no se interponen a las ideas de sus compañeros de rangos inferiores.
Entonces, ¿si tenemos ante nosotros la solución para crear un modelo de sociedad más justo y más equilibrado, por qué no lo hacemos? ¿Porque hacemos sentir a los introvertidos que no encajan? ¿Por qué favorecemos a la personalidad extrovertida como única fuente de creatividad y productividad? ¿A caso las personas introvertidas no lo son?
Paradójicamente, la historia apoya la necesidad de contar con personas introvertidas en nuestra sociedad. Gandhi o Eleanor Roosevelt se definían a sí mismos como tranquilos o incluso tímidos. No fueron el centro de atención por que ansiaban serlo, sino que ellos hicieron aquello que consideraban correcto y consecuencia de ello consiguieron una gran espectación mediática.
Fuente: Forbes.com
La introversión nos ha aportado personas con talentos extraordinarios que han hecho evolucionar a nuestras sociedades y este es un mérito que no debe quedar en el olvido. Hemos de ser conscientes de que cada uno de nosotros nos encontramos en un punto diferente en la escala de la introversión/extroversión y esto es lo que nos enriquece. Contar con un equilibrio es la clave en todo equipo.
Pero la pregunta continua en el aire… ¿Por qué fomentamos una sociedad o unos ambientes de trabajo completamente no individualizados si se ha demostrado que, de hecho, los momentos de soledad y sosiego, de encontrarse con uno mismo son aquellos que proporcionan una lluvia de pensamientos más fuerte? ¿Qué hay de malo en trabajar solo por un instante y después compartir ese descubrimiento con el resto del grupo? Eso es lo que, de hecho, propone Cain. Que seamos libres, que generemos nuestras propias ideas y que no estemos supeditados a un jefe demasiado extrovertido o una dinámica de grupo que distorsione nuestra introversión. Esto tampoco significa que no debamos abrirnos, ser antisociables y no trabajar en grupo. Significa hacer un cambio de paradigma.
En primer lugar, potenciar otro tipo de interacción, un estilo más informal, charlas, donde las personas se reúnan de manera espontánea e intercambien ideas. Este modelo ya se implementa en algunos lugares de trabajo como empresas start-up o universidades y aglutina a todo tipo de personalidades. Introvertidos y no introvertidos tienen cabida ya que lo que se premia no es el grado de extraversión sino el grado de autonomía.
En segundo lugar, el cambio drástico incluye pensar más a menudo. Parecerá sencillo, pero se ha convertido en una ardua tarea. Reflexionar y tener nuestras propias revelaciones puede ayudarnos a desarrollar otro tipo de ideas que no suelen darse en las dinámicas grupales.
En tercer lugar, pese a identificarnos en un punto concreto en la escala de extroversión/introversión, lo más importante es que destaquemos las mejores cualidades de nosotros mismos. Necesitamos extrovertidos que nos brinden alegría, entusiasmo y motivacion para seguir adelante e introvertidos que se atrevan a compartir todas las ideas que tienen en su cabeza, ya que el mundo las necesita.
Exponer nuestras habilidades, compartir el conocimiento, contribuir y sumar en nuestro equipo de trabajo, son algunos hábitos que debemos tomar independientemente de nuestro grado de introversión. Debemos erradicar de nuestro comportamiento acciones de reproche a aquellos introvertidos a os que les cuesta participar en una dinámica en grupo y hacer seleccion de personal como consecuencia de un análisis global de aptitudes y actitudes de la persona, no por el grado de su carisma. Hay que categorizar menos y dar más importáncia al poder de las ideas.
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