Los niños pueden cambiar el mundo

Con el exceso de información que sufrimos los habitantes del primer mundo, nuestro cerebro tiende a desarrollar tácticas para no padecer una sobredosis de datos, como descartar la información irrelevante. En consecuencia, nos hemos vuelto insensibles a los asuntos que no nos afectan de forma directa. La verdad es que, en general, si no se trata de una gran catástrofe, ninguna noticia relativa a problemas en zonas con menos recursos va a quedarse en nuestra memoria por un período de tiempo suficiente como para que llegue a preocuparnos.

De hecho, incluso puede que, por el poco impacto que generan, estas historias no lleguen ni a salir en los informativos – sólo es necesario ver una noche el telenoticias para constatar que, a parte de ciertas puntualidades como la crisis de los refugiados, nadie se preocupa de informar de que, por ejemplo, según las Naciones Unidas, 115 africanos mueren cada hora de enfermedades relacionadas con un saneamiento insuficiente, una higiene deficiente o por agua contaminada .

Una de las consecuencias más significativas de la falta de sensibilización de la población respecto de las situaciones en las que se encuentran otros países, etnias o culturas, es la crianza y educación de niños que heredan esta indiferencia. Lo cierto es que en el caso de los más pequeños no es justo llamarlo indiferencia, puesto que nadie realmente se ha preocupado de explicarles que existen millones y millones de niños alrededor del mundo que viven de forma distinta a ellos. De forma distinta y, en la mayoría de ocasiones, peor.

Anna Llauradó, escritora, periodista y guionista de cine, leyó en el periódico el siguiente titular: “Cada 3 segundos muere un niño de hambre en el mundo”. Como madre, el titular le afectó, se le quedó grabado, y pensaba en él cuando al recoger a sus hijos del colegio vió que muchos chicos y chicas malgastaban dinero en caprichos que parecían totalmente innecesarios… unos comprándose chucherías y otros muriendo de hambre.

Lo bueno fue que Anna no sólo identificó el problema, si no que fue más allá y trató de encontrar una solución. Decidió que era imprescindible que los niños fueran conscientes, no sólo de que existían muchas causas por las que preocuparse, sino también de que ellos, por diminutos que fueran en comparación con el mundo, podían hacer algo. De aquí nace Tú también puedes, que intenta enseñar que los pequeños pueden hacer grandes cosas.

Para conseguirlo, Anna cogió el concepto del granito de arena y intentó inculcárselo a los niños mediante un cuento infantil que narraba la historia de un petirrojo que intentaba apagar un incendio gota a gota. Al verle, sus amigos lo imitaban y, sumando sus esfuerzos conseguían apagar el fuego. Eric, un niño que aparece en el cuento, se inspira en esta historia y decide que en su escuela podrían poner huchas para que los niños pusiesen 1€ cuando pudieran.

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Pronto lo que parecía sólo una historia de fantasía, se convirtió en realidad. Con la ayuda del Dr. Estivill y el Fútbol Club Barcelona, el libro no sólo fue publicado si no que se llevó a la práctica en la escuela Ágora Sant Cugat International School. Y no sólo eso, también se rodó un documental sobre cómo funcionaba el proyecto. Los niños empezaron con pequeños ejercicios destinados a conocer la historia del petirrojo y los valores que ésta contiene, y paulatinamente empezaron a introducir ejercicios de meditación, de concienciación… trabajaron la generosidad y multitud de sentimientos, profundizaron en sus comportamientos, y entendieron de que necesitaban ponerse en el lugar del otro, descubriendo que el amor es dar sin esperar a recibir.

Niños y niñas de todas las edades colaboraron con minúsculas aportaciones y recogieron suficiente dinero para colaborar con no una, sino dos causas altruistas. Los más pequeños, dedicados a un proyecto internacional, recogieron 3000€, que sirvieron para poder construir las instalaciones que faltaban en una escuela en Kenia. Los mayores, centrados a un proyecto local, recogieron 2500€ para donar a un comedor social de la zona. Y todo esto sin aportaciones económicas de los padres, sólo renunciando a pequeños caprichos (y metiendo el dinero que se habrían gastado en ellos en la hucha), haciendo pasteles, dibujos…

En el documental, que recoge todo el proceso, se puede apreciar el cambio de mentalidad de los niños. Hablaron a través de Skype con los alumnos de la escuela en Kenia, compartiendo vivencias en cada uno de los países. Con este proyecto, entienden qué es la empatía, qué es la solidaridad, y sobretodo, se sienten poderosos. Descubren que tienen el poder para cambiar el mundo, para mejorarlo.

Tuvimos la suerte de contar con Anna en el evento TEDxBarcelona – Stay Curious que se celebró en Junio en TEDxBarcelona, por lo que nos contó en primera persona la historia de Tu También Puedes. A continuación, os dejamos el vídeo de su charla; apostamos a que os va a emocionar como nos emocionó a nosotros.

 Fuente de la imágen principal: TEDxBarcelona 

Fuente de las imágenes interiores: Tú también puedes

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