Ciencia: una inversión de futuro
El 16 de agosto de 2009 Usain Bolt se convirtió en la persona más rápida del mundo batiendo el récord de 100 metros lisos en 9,58 segundos. Obviamente, este récord no hubiera sido posible sin horas de dedicación y de esfuerzo por parte del atleta, aunque tampoco lo hubiera sido si un equipo de ingenieros no hubiera diseñado unas zapatillas tan ligeras y aerodinámicas que le permitiera vencer a sus competidores. Del mismo modo que con las deportivas, fue necesario que fisioterapeutas prepararan a conciencia cada músculo del corredor, y que psicólogos le ayudaran a asimilar cada uno de sus movimientos en la dura competición. Entre todos estos factores existe un denominador común: ciencia. Es este, el ámbito del deporte, donde la ciencia ha logrado un gran avance si lo comparamos con años atrás.
Tampoco hay que olvidar el campo de la medicina al que nos referiremos más adelante. Pero la ciencia está presente en muchos más entornos. Cada rincón de nuestra vida diaria es un rincón también para el desarrollo científico. ¿Nos hemos parado a pensar en el elemento más útil a nuestro alrededor?
Seguramente algunos digan que la tablet, móvil u ordenador a través de la cual están leyendo este post es aquello que consideran indispensable en su vida cotidiana; otros quizás se decanten más por el coche, la moto con la que suelen ir a trabajar; incluso habrá personas que se decidan por ese reproductor de vídeo que tantas emociones les ha hecho vivir.
En todos estos objetos, gadgets o aparatos, la tecnología está presente. Y si apuramos aún más: la ciencia está presente. Es esta ciencia, aparentemente invisible, la que nos ayuda y facilita nuestro día a día; nos sugiere nuevos modos de ver y pensar, nos lleva por caminos que nunca antes habríamos imaginado y sobretodo nos empuja en nuestro afán de curiosidad por el mundo que nos rodea.
Por lo tanto, si es tanto lo que la ciencia hace por nosotros, ¿por qué no hacer lo mismo nosotros por ella? ¿Invertiríamos tan solo 1€, por ejemplo, con tal de obtener radioimágenes del universo? Quizás esto suene lejano o confuso y muchos de nosotros no nos pararíamos ni un segundo para decir no a esta ínfima donación. Pero la realidad es que con ese euro que cada uno de nosotros aportamos se conseguiría financiar el desarrollo de una tecnología que salvaría vidas en los hospitales. ¿Lo invertiríamos, quizás, en el estudio de los microorganismos que residen en el fondo de los mares? Probablemente esto también parezca difícil de apoyar, pero si miramos más a fondo descubriríamos que en su día esta inversión sirvió para hallar una planta que ha permitido tratar el cáncer de ovario.
Inversiones, tal y como nos recuerda Carmen Simón en la charla que realizó en el evento StayCurious de TEDxBarcelona, que nos empujarían hacia la prosperidad en términos tecnológicos, en términos de salud y en términos de bienestar económico. Recogiendo sus propias palabras “No se puede dejar de invertir en ciencia, que es precisamente lo que nos va a sacar de ser pobres; va a ser la riqueza la que nos va a permitir afrontar mejor las crisis que van a venir”.
Como si de un pez que se muerde la cola se tratase, en España la situación no sigue esta afirmación; más bien lo contrario. Prevalece la idea de la mejora económica antes que la inversión en diferentes ámbitos como el científico o el educativo; ámbitos que, de hecho, son los que harán denotar la prosperidad de nuestro país en un futuro.
Muchos se hacen la pregunta: ¿de quién es la culpa? Las cifras dicen que, lógicamente, aquellos que están en el poder tienen la capacidad de aportar más o menos inversión al campo científico; pero tal y como hemos visto en el ejemplo del euro, la sociedad también tiene su parte de responsabilidad. Echemos un vistazo a los datos. Solo en cinco años el presupuesto en ciencia en nuestro país se ha visto reducido en más de 2 millones de euros. Una partida que condiciona y mucho el tanto por ciento destinado al desarrollo e innovación en esta materia.
La posición de España dista de estar a la cabeza junto con el grupo de países que hoy en día son los que realmente disfrutan de calidad de vida. En cifras, un 1,3% del PIB lo dedicamos al I+D, frente a una media del 2,8% de Alemania, Holanda, Suecia, Dinamarca o Japón por poner algunos ejemplos.
Verdaderamente todos estos apuntes reflejan que sí, nos estamos olvidando de la ciencia. Pese a ello, todavía hoy contamos con empresas, asociaciones y particulares que abogan para que se siga investigando y que la financiación en ciencia no se recorte todavía más.
Ejemplo de ello es la fundación de la que Simón forma parte. Apadrina la Ciencia, creada para apoyar y contribuir al desarrollo científico; una plataforma de encuentro y colaboración entre científicos con la misión de expandir la idea que invertir en ciencia es invertir en futuro.
Citando las palabras de Simón, la ciencia, tan importante que es en nuestra vida, y como hemos visto, en nuestra vida más cotidiana, merece ser apoyada. Ya sea con un euro, o financiando grandes proyectos que terminen desarrollando avances que salven vidas; ya sea asombrando al mundo con récords mundiales, la ciencia está presente. Por eso, a partir de ahora la pregunta no ha de ser, qué hace la ciencia por nosotros si no, ¿qué puedes hacer tu por ayudar a la ciencia?
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Las imágenes que no pertenecen al evento de TEDxBarcelona han sido obtenidas de Shutterstock.